La Hora de la Digestión
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La "enfermedad" del pequeño Nicolás.

El pequeño Nicolás, no tiene porqué ser pequeño, ni varón, ni llamarse así. Puede ser grande o pequeño, mujer u hombre y tener cualquier nombre, pero padece la peor de las enfermedades.

 

 

En estos días de Nicolás va, Nicolás viene, sin prestar mucha atención, no he tenido más remedio que impregnarme del tema. Esto de las redes sociales esta haciendo de España un país cada vez más, masculino-pensante.

 

Dicen que los hombres no estamos capacitados para hacer dos cosas a la vez. Pues parece que España tampoco, y la actualidad va latiendo cada semana con un asunto diferente. Cada cierto tiempo nos encontramos un debate que inunda los telediarios de llamadas de atención, los periódicos de mensajes ejemplarizantes, el whatsap de bromas, el Facebook de trascendencia y las tertulias radiofónicas y televisivas de opiniones rápidas y superficiales. Nos pasamos unos días con ese tema y a la semana siguiente lo sustituimos por otro, y luego por otro, y aunque con frecuencia se repiten temas, es muy raro que el país debata dos asuntos “importantes” a la vez.

 

Una semana debatimos sobre Urdangarín, a la semana desayunamos con opiniones sobre Sara Carbonero y Casillas, llegan imputados al caso de los EREs, la siguiente aparece en escena el Ébola, seguimos con la familia real, el tema catalán, luego si Isabel Pantoja debe entrar en la cárcel, analizamos las multas de tráfico de Piqué, de nuevo el Ebola, volvemos a desayunar con el tema catalán, rescoldos de la imputación de la Infanta, aparece el asunto de si Casillas ha de ser portero titular, volvemos al tema catalán, volvemos a ver nuevos imputados del caso ERE, y así sucesivamente. Salvo catástrofes naturales, fallecimientos de personas importantes ó incendios de grandes empresas que salpican la actualidad pidiendo antes permiso, como sin querer molestar, asistimos una y otra vez a los mismos temas que se van presentando ante nosotros con diferentes caras como los platillos de sushi que van pasando a nuestro lado en los restaurantes japoneses.

 

Y para nada se aborda en profundidad asuntos relevantes: relación salarios-gastos, modelo educativo, pérdida de valores, emigración de jóvenes talentos, modelo productivo, perfil de enfermedades, situación económica de las pequeñas y medianas empresas, monopolios energéticos, etc, etc.

 

Me pondré un punto trascendente para emitir lo que solo es una reflexión, y no quiero llegar más lejos ni analizar el origen de todo esto. Lo cierto es que ahora toca “el pequeño Nicolás”, y en este, como en otros temas, echo en falta opiniones documentadas, informes de especialistas y análisis más estudiados. En general añoro visiones independientes y experimentadas de gente que ha tenido oportunidad de conocer casos similares.

 

El caso Nicolás me interesa. Por lo que supone el esfuerzo mental de dilucidar entre si se trata de un trastorno mental ó si es un simple caso de cara dura. Descarto de entrada que se trate de un talento de las relaciones públicas ni un caso precoz de la profesión más común del país, intermediario. No, no creo que sea un comisionista en si mismo, aunque pueda financiarse con comisiones. No actúa como tal, su procedimiento dista mucho de ello.

 

Este chico es listo, eso queda claro. Consigue cosas en apariencia complejas y a la vista de la mayoría accede a lo que se conoce como círculos de poder. Pero la realidad es que conseguir, no ha conseguido nada. Solo hacer el ridículo. No me parece que sea inteligente, tampoco es torpe, tiene el conocimiento suficiente para saber lo que hace y no es un confabulador. No está envuelto en ninguna historia ni es protagonista de sus avatares, solo utiliza a los demás.

 

Este tipo de perfiles juegan con la gente, confunden a las personas generando confianza por utilizar información cruzada que ellos mismos fomentan. Es un caso más frecuente de lo que parece en nuestra sociedad, solo que este es por supuesto a mucho mayor escala y ha afectado a personas más importantes.

 

Es muy frecuente encontrar en los grupos sociales gente así. Dentro de las familias, grupos de amigos, ó en las empresas, siempre hay gente que pone en boca de otras informaciones falsas que generan respuestas que terminan por conseguir el efecto deseado. Ejemplo: un empleado le dice a otro que el jefe lo va a echar y al jefe que ese empleado habla mal de él. Esto provoca un cambio de comportamiento en las dos personas involucradas, que por ello cambian su comportamiento y termina afectando a la relación entre ellos y el jefe echando al empleado “inocente” que cambió su comportamiento y dejó de tener su confianza. Los dos afectados quedan con la sensación de que el empleado “malo” había suministrado una información veraz, y así el círculo malvado queda cerrado.

 

Esto acaba con parejas, deja sin trabajo a empleados y destruye muchos negocios. El efecto de este veneno es muy lento y tarda en descubrirse. Lo estamos viendo con el pequeño Nicolás, que solo le ha quedado “venderle catecismos al Papa”.

 

Para actuar así hay que conocer las miserias de las personas y jugar con ello. Encontrar el punto débil de los demás y tocar donde duele ó donde gusta. El caso del pequeño Nicolás no es un caso de espionaje ni de inteligencia precoz, ni siquiera un tema de confabulación, es un simple caso de maldad, que es la peor de las enfermedades.

 

Dr. Carlos de Sola Earle
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