Impresiones sobre una molécula con nombre de hidrocarburo, con vocación de artista mediático, que es parte de la vida de muchos de nosotros sin saber bien el por qué.
¿Eso qué es lo que es?, hubiese dicho un almeriense hace años tras ser diagnosticado de hipercolesterolemia....
Hoy quizás ese mismo caballero no pondría cara de extrañeza, que este señor cualquiera sabría de las consecuencias de tener elevados los niveles de lípidos en sangre, pero casi con toda seguridad
su nivel de información sigue a fecha de hoy tan bajo que no le permite entender todo lo que su médico le ha hecho o dado en este tiempo para corregir su supuesta dolencia.
Digamos que se ha acostumbrado a tomar una pastillita con poca fe, como por obligación, con tal de no discutir con su mujer que es la que se la
coloca cada mañana junto a la taza de café.
Perdón por el preámbulo. De entrada quería decir algo bueno del colesterol, que es una molécula necesaria para la fabricación de hormonas y vitamina D y es un componente importante en la bilis,
ese liquido verde y amargo que parece que no vale para nada, pero sin el cual nos moriríamos.
En estos años, posiblemente a su pesar, esta molécula con nombre de lubricante de coche ha crecido mucho en protagonismo. No por ser un importante componente de las membranas celulares, sino por
los efectos perjudiciales que tiene su acúmulo en los vasos sanguíneos de esos que tanto utilizan el "celular".
El colesterol es un tipo de tejido que sirve para confeccionar los trajes a las células, un material muy refinado, difícil de elaborar, tan permeable como resistente. Un tejido que hemos de
comprar en la cantidad justa, que luego nos pasa como en los talleres de costura, que hay retales por todos los rincones.
A este colesterol yo lo conozco de tiempo, me lo presentaron allá por los años 1982-83 cuando cursaba Bioquímica I, fastidiosa asignatura donde las hubiese para los estudiantes de Medicina de
Cádiz. En aquella época, el Doctor Corral llevaba a gala suspender a los estudiantes de primer curso a manojos, que más que un bolígrafo, para corregir usaba una metralleta.
Recuerdo esos exámenes que abarrotaban la Facultad de alumnos repetidores; se abrían todas las grandes aulas para la ocasión y se respiraba un ambiente universitario multitudinario, de épocas
anteriores a los números clausos. Eran esos exámenes en los que debías saber de memoria las fórmulas de todo el metabolismo sin el mínimo margen de error, que si se te escapaba un enlace en la
formulación de la síntesis del colesterol estabas fulminado con un cero, y si había otro ínfimo error en uno de los tres temas de cualquier parcial, estabas muerto para Julio y Septiembre de una
tacada con sus famosos "doble cero".
En fín, entenderéis que aún piense en esta simpática estructura química que como os contaba ha tenido tanta proyección y sobre la que parece que tanto se investiga. La saga de las estatinas crece
como una dinastía, que me han contado que no sacan más por la dificultad de encontrarles un nombre.
No obstante, en paralelo a esta gama de medicamentos reductores del colesterol, aparecen medicamentos alternativos, remedios naturales, trucos y dietas, con la misma rapidez que progresa la
industria chacinera aportándonos cada día embutidos más ricos. Los medicamentos llamados hipolipemiantes aparecen con la misma frecuencia en las farmacias, que los nuevos tipos de quesos cremosos en
las estanterías de los supermercados.
Esto parece una "guerra" narrada por Gila, como si hubiese complicidad entre los bandos. Vamos, que los que venden cuchillas de afeitar serían los mismos que fabrican crecepelos. Esta estrategia
es muy antigua y se mantiene vigente hoy día, es una broma que no lo es tal, gracias a la cual se enriquecen unos mientras otros viven un sainete cervantino pensando que si toman su pastilla por la
mañana y pasean a mediodía, podrán zamparse la morcilla en el almuerzo y el "foie" en la cena.
Lo malo es que todo lo bueno engorda o es pecado, el sabor se une a la grasa y la grasa se pega al riñón. Esto parece claro y científicamente demostrado, que lo del colesterol, ya veremos en que
queda. La cuestión es que para cocinar necesitamos un vehículo graso, sin el cual la comida no es más que combustible insípido. Casi todos los humanos apostamos porque el comer sea un placer, o
incluso un arte y por ello hemos de dar una solución entonces a todo esto.
Fijaos, los españoles guisamos con aceite a granel del que queda sin exportar a Italia, los franceses cocinan con mantequilla, los alemanes usan leche y los suizos, queso. Los anglosajones son más
prácticos y disponen de un sinfín de salsas preparadas en botes de cristal para que cada cual se ponga la que le apetezca. Me quedo con los italianos que usan un poco de aceite de oliva español para
el refrito, muy poquito, sin inundar el plato, y más adelante añaden huevo y con ello retienen el aroma de la trufa o el "funghi porcini". En fin, es una opinión.
Volviendo al tema: Creo importante que sepais del término dislipemia, que significa cualquier alteración en los niveles de los lípidos plasmáticos, es decir, de las grasas de la sangre, a saber:
colesterol, sus fracciones HDL/LDL y triglicéridos.
Aquí trataremos los altos niveles de lípidos, la hiperlipemia, pués una muy baja tasa de grasas en sangre (hipolipemia) es un asunto más técnico y complejo, que obedece a enfermedades concretas
difícil de explicar así a "bote pronto". De los triglicéridos hablaremos otro dia.
Este exceso de grasas que algunas personas tienen en la sangre puede ser adquirido con la dieta o genètico, que esa es la vida: “algunos heredan una fábrica de jamones y otros no pueden probarlo
ya que heredaron la condición de ser ellos mismos una fábrica de colesterol”.
Las autoridades en la materia aconsejan a los médicos la búsqueda activa de pacientes con hipercolesterolemia porque es un factor de riesgo cardiovascular mayor. Es decir, relacionan tener el
colesterol alto con la probabilidad de sufrir infarto en corazón y cerebro.
Como diría el Chavo del Ocho, "que no panda el cúnico", que tampoco tenemos que darnos todos por aludidos. En la población general se recomienda una determinación de colesterol solo a partir de los
35 años en varones y 45 años en mujeres, y en adelante es suficiente controles cada 5 años.
Existen excepciones, con independencia de edad o sexo, deben ser estudiados todos los niños y adultos que tengan problemas cardiacos o circulatorios, altos los niveles de azúcar, la presión
arterial elevada, fumen o tengan barriguita. Entendiendo por panza, tener más de 102 cm de cintura en hombres y de 88 cm en mujeres. Lo siento, son los expertos y no yo los que dicen quién está
gordo. “Esto es lo que hay”.
Es necesario también este análisis en personas que tienen xantelasmas, que son esas manchitas amarillas de los párpados, en aquellos menores de 45 años que presentan un acúmulo de grasa en el ojo
llamado arco corneal y cuando tengamos familiares que hayan desarrollado siendo jóvenes, enfermedad cardiovascular o hiperlipemia.
Se recomienda hacer análisis de colesterol total y HDL, el llamado colesterol del bueno, que va pegado a las proteinas que retiran el colesterol de las arterias. Tener alto el HDL indica que
limpiamos bien el exceso de colesterol de la sangre impidiendo que se deposite fabricando las famosas placas de arterioesclerosis. El LDL se conoce vulgarmente como colesterol del malo, es el
colesterol ligado a proteínas que le acercan a la sangre.
En general se recomienda tratar si los niveles de colesterol superan 250 mg/dl. También trataremos por encima de 200 en diabéticos. Hoy día nos fijamos mas en el LDL a la hora del
tratamiento.
Lo realmente importante en un paciente con hipercolesterolemia es ver como le afecta a su cuerpo. Esto es lo que llamamos el cálculo del riesgo cardiovascular, que es la probabilidad de sufrir
enfermedades cardiacas y circulatorias. Este riesgo aumenta con la edad, la hipertensión arterial, diabetes, cifras altas de colesterol LDL, bajas de HDL y familiares con enfermedades
cardiovasculares. Como os decía, cuanto más puntos negativos, más bajo debemos controlar el LDL para sentirnos seguros.
Ya sabéis, es bien fácil, controlar el peso y el tabaco, con ello bajará el azúcar y se controlara mejor la presión arterial. La genética no podéis cambiarla salvo enchufe con Santa Rita.
Recordad los del club del colesterol, que deben realizarse un análisis más completo con especial interés en descartar alteraciones tiroideas. Se recomienda además la medición de la lipoproteína
(a), una proteina trasportadora de grasas que cuando está presente en exceso, puede tener consecuencias clínicas importantes en determinados grupos de población.
No podemos decir que el colesterol sea un mal necesario, todo lo contrario, es parte de nosotros, colesterol es para la célula como un traje, sin él queda a la intemperie y nos sirve para
fabricar hormonas "que nos ayudan a escoger el traje". Es un traje que cada persona debe confeccionar de forma constante y adecuada, de acuerdo con su médico para poder ir por la vida bien protegidos
pero cómodos.
Ese colesterol ya está en nuestras vidas, como la soja o el sushi. Le da nombre a avenidas, la sociedad lo reconoce y es invitado a tertulias radiofónicas. Diseñan yogures haciéndonos creer que
es necesaria su erradicación, pero en realidad lo preferimos a lo malo por conocer. Es como Arturo, será mejor que se quede después de todo.
Dr. Carlos de Sola Earle
www.lahoradeladigestion.com