La Hora de la Digestión
La Hora de la Digestión
www.lahoradeladigestion.com
www.lahoradeladigestion.com

Profesor Fégato, el alquimista. 

Don Fégato. Doctor Carlos de Sola

Cascarrabias, siempre ocupado, se enfada si le molestan. Ese despistado y cariñoso protestón, parece torpe, pero no se le escapa detalle.

 

“Don Fégato” es un trabajador incansable, minucioso, grandote, con pinta de bonachón, desde pequeño ofrece un aspecto maduro y esa misma pinta de hábil corpulento, tan robusto como eficaz, será siempre igual hasta el final de sus días, pues con toda probabilidad Don Fégato, el desgarbado alquimista, se reserva una pócima de eterna juventud para si mismo que le permite recuperarse de las enfermedades, y regenerarse tras las agresiones que sin duda sufrirá durante su existencia. Como aquellos presumidos caballeros que se resisten a envejecer, este científico tiene energía para aguantar dos vidas seguidas.

 

Investigador perspicaz, pintoresco donde los haya, desde antes de nacer asume una gran responsabilidad ya que de él depende toda su comunidad. Claramente de ciencias, siempre estudioso, con amplio sentido práctico, no le importa su aspecto exterior; para nada se ocupará de cosas intrascendentes este friki del aparato digestivo que a mi modo de ver sería como una síntesis de  Sheldon Cooper y sus tres amigos de “The Big-Bang Theory”.

 

Engorda con igual facilidad que adelgaza, lo mismo lo vemos graso, avejentado y con barriguita, que en pocos meses recupera el aspecto de deportista y la elasticidad juvenil. Pero siempre mantiene ese aire destartalado y cabezón que cualquiera diría que nació en Baviera. No es raro que le salgan bultos o quistes por todas partes, que esto no le afecta para nada a su actividad.

 

Se irrita cuando le hacen perder el tiempo ya que son muchas las tareas que ha de atender. En su laboratorio central se reciben constantemente muestras provenientes del tubo digestivo y de la sangre, que por si no lo sabéis, su oficina es la única a la que llegan todo tipo de canalizaciones. A su central de datos llegan sin cesar faxes y las impresoras siempre funcionando inundan de documentos todo el recinto. Así que Don Fégato anda de un lado a otro analizando datos y trasmitiendo órdenes telefónicas para corregir incidencias.

 

A ese gran laboratorio donde el Profesor Fégato trabaja, se conoce como El Hígado. Es como una industria futurista, fabricada por la agrupación de módulos o lobulillos, cada uno de ellos con independencia de los demás. Es como un gran panel solar que se compone de millones de pequeños paneles en miniatura pero iguales. Digamos que el hígado encierra millones de hígados en si mismo.

 

Gracias a este complejo sistema de tuberías, Don Fégato analiza en tiempo real el flujo de sustancias extraídas de los alimentos por el intestino delgado y da la señal de “hambre” al cerebro cuando ese contenido de nutrientes en el sistema escasea, avisando de que sería conveniente introducir más comida en el sistema.  Le llegan pedidos de todos los departamentos, controlando el polo químico del cuerpo humano supervisa el proceso de fabricación de elementos vitales con absoluta precisión.

 

Encierra una novedosa planta de eliminación de residuos contaminantes. En el hígado se filtran los fluidos humanos de forma ininterrumpida, se extraen las sustancias tóxicas contenidas en la sangre y las elimina hacia el exterior. Es una inmensa compleja refinería surcada por una tupida red de tuberias de evacuación por la que sale un fluido verdínico que cualquiera diría por su aspecto que es contaminante. No es así, en esta planta química gracias a la enorme sabiduría de Don Fégato aquellas sustancias peligrosas van debidamente neutralizadas hasta el exterior del recinto.

 

Es además responsable de la logística de aquellas sustancias vitales para el funcionamiento del cuerpo. En una cámara acorazada que esconde en su interior se almacenan multitud de probetas con “ingredientes fundamentales para la vida” que él se encarga de racionar y distribuir con absoluta precisión.

 

Organiza, por un módico sueldo y sin robarnos como lo hacen las eléctricas españolas, el suministro de energía y atiende 24 horas a las emergencias sin que sea necesario llamar al “902”. En el interior de sus instalaciones almacena materias de alto poder calórico y energético que va liberando a medida de las necesidades del cuerpo y cuando surge una urgencia energética pone en marcha el generador de combustible alternativo que mantiene siempre disponible y podemos volver a casa tarde de una fiesta “sin recena” o incluso algunos llegan a completar la “101 de Ronda”

 

Este laboratorio energético es un punto estratégico y puede sufrir el sabotaje en sus instalaciones a través de armas químicas que introducidas en la fábrica corroen las tuberías e inutilizan, bien el sistema productivo, bien el sistema de depuración de residuos. La alarma de hepatitis tóxica ha de activarse de inmediato, e informada la central de inteligencia del cuerpo, se ha de proceder de inmediato a revisar prospectos e interrumpir la entrada de setas y productos procedentes de farmacias y herboristerías.

 

En otras ocasiones el ataque es más sutil y la introducción de un virus informático en el sistema contagia de inmediato el ordenador central hepático, que en un periodo variable que va de días a semanas, queda inutilizado incluso de por vida.

 

A Don Fégato por extraño que parezca, hay momentos en los que le gusta empinar el codo y os digo que aguanta bastante el alcohol. Es como uno de esos alemanes que ingieren de una tacada 3-4 jarras de cerveza  sin inmutarse, pero que cuando menos lo espera, se ve inmerso en un fiestòn que le hace perder el control durante el fin de semana y lo vemos volver a la oficina el lunes tempranito con la camisa mal abotonada y la corbata en la cabeza, como si nada hubiese pasado ¡ Que aguante tiene el profesor y que rápido se recupera!, comentan al verlo llegar en su R-8 Gordini color Burdeos.

 

Aunque no se le conocen bajas laborales ni es personaje de usar los días de asuntos propios, parece eterno pero no lo es. Su autoestima vuela alto y con frecuencia abusa de esas escapadas pensando que aún su cuerpo es joven, pero el efecto de los excesos va mermando el carácter de Don Fégato y el día menos esperado entra en una espiral sin retorno, y entonces no hay manera de reconducirlo, y con su pérdida la empresa va a pique.